Un paseo por la playa de Formentera sin mirar el mar

Próximo Ferry | febrero 9, 2017

De espaldas al mar veremos como la arena de la playa se alza formando dunas donde, un poco más allá, ya arraigan sabinas o pinos. Es en el primer tramo, antes de que crezcan los árboles, donde se descubre una comunidad vegetal de gran importancia en cuanto a la sujeción de la misma duna y por la capacidad de adaptación a las condiciones extremas de los fuertes vientos, la alta salinidad y el suelo inestable. Se trata de un ecosistema que no viviría sin la duna y una duna que tampoco podría mantenerse sin esta vegetación que la fija. Un hábitat que podemos contemplar en casi todo el litoral con playa de Formentera, y especialmente en el Parque Natural de ses Salines, Migjorn y Cala Saona.

La lucha por la supervivencia lleva a estas plantas hacia dos caminos: bien a adquirir formas bajas y redondeadas, como el cardo marino, de hojas duras y raíces largas para maximizar la capacidad de absorción de nutrientes, bien a adquirir formas espigadas y delgadas suficientemente flexibles para resistir la fuerza de los vientos, como el lirio marino.

El primer rastro de vida que encontramos en el suelo está compuesto por estas especies, además del hinojo marino (Crithmum maritimum) con sus umbelas amarillas, las delicadas flores rosadas en forma de cruz de la Oruga marítima, el endémico molinillo, con vistosas flores rosas, o el carrizo, una gramínea muy abundante en las dunas.

Detrás de este primer aviso del poder vegetal, se alzan sabinares imponentes, con ejemplares centenarios retorcidos por la fuerza de los vientos hasta adquirir resonancias escultóricas, como los que podemos encontrar en la zona desde Cavall d’en Borràs y Llevant.

El ecosistema dunar de Formentera es suficientemente sensible para resentirse del efecto del tráfico de miles de peatones, por ello desde 1998 se ha puesto en marcha un proyecto de pasarelas de madera y espacios acotados que posteriormente se ha complementado con un mayor control del aparcamiento de vehículos, especialmente en el Parque Natural. Por otra parte, se ha prohibido la extracción de arena de playa para usos constructivos y se ha regulado la retirada de los diques de posidonia muerta que ayudan a compactar la arena y la protege del embate de las olas.

Y es en los bosques sumergidos de posidonia donde radica el origen de la arena blanca y fina característica de las playas de Ibiza y Formentera. La arena que acabará formando las playas proviene de los restos de infinidad de organismos, sobre todo caracoles marinos y conchas que viven en las praderas de posidonia y que son arrastrados y erosionados hasta convertirse en diminutos granos de arena.

Texto: Josep Rubio

Fotografía: Próximo Ferry

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