OTRA CONSTRUCCIÓN ES POSIBLE

Próximo Ferry | julio 5, 2018

Es paradójico que se viva de una forma más confortable en unas viviendas de protección pública que en una casa de lujo.

Una vez secada, la posidonia se convierte en un material aislante que no tiene fecha de caducidad.Texto: Josep Rubio | Fotografía: José Hevia

Que unas ayudas europeas para la conservación de la naturaleza costeen más de la mitad de la construcción de un edificio puede sonar extraño, pero es lo que ha conseguido el equipo de arquitectos del IBAVI con las 14 viviendas de promoción pública de Sant Ferran. Una obra que ha ganado la edición XI de los premios NAN de arquitectura así como uno de los galardones más importantes del sector en España, el premio FAD.

A Carles Oliver, uno de los arquitectos involucrados en la obra, le gusta hablar de arquitectura hiperlocal, un método que implica que, al llegar al lugar donde se tiene que construir, se observa el entorno y se investigan cuáles son los recursos disponibles de ese lugar en concreto. Con esta premisa, selecciona los materiales en función no sólo del coste, sino también de las condiciones de confort y de su compromiso ambiental. Así, en las viviendas de Sant Ferran se ha empleado el 1% del hormigón que se utiliza en una construcción ordinaria y en cambio, se ha apostado por materiales ‘olvidados’, como cal, marès, cerámica cocida con biomasa, carpintería reutilizada y reciclada y posidonia extraída en Ca Marí.

Esta selección ha permitido reducir un 63% la contaminación derivada de la construcción del inmueble, que a su vez, es de alta eficiencia energética. Para conseguir reducir el gasto en calentar y enfriar el edificio, Oliver ha versionado lo que ya sabía hacer la arquitectura tradicional, utilizando persianas, porches, plantando árboles y enredaderas en los patios o aislar la azotea con posidonia.

Oliver señala que una vez seca, la posidonia es un material que funciona muy bien como aislante del frío y el calor y que no tiene fecha de caducidad, como demuestra el hecho de que las antiguas casas payesas de más de un siglo todavía conserven la posidonia del tejado en perfecto estado. De hecho, el Obispado de Mallorca regaló al equipo de arquitectos del IBAVI una muestra de posidonia intacta, extraída de una casa donde supuestamente habrían vivido los descendientes de Ramon Llull … y que data de 1380. Eso sí, el arquitecto recuerda que la posidonia es una planta protegida que no se puede utilizar sin los permisos pertinentes. Además, Oliver señala que es muy importante aprovechar sólo la posidonia de las capas superiores, exenta de arena, para no afectar el ecosistema dunar.

Para reducir la huella ecológica, las puertas son de madera reutilizada, o bien reciclada, recuperada de listones de antiguas camas. La madera de las vidrieras proviene de bosques con gestión forestal controlada del País Vasco, donde cada vez que se tala un árbol se replanta otro, mientras que las vigas han llegado de carpinterías de Austria. Asimismo, como en todas las casas payesas, la cimentación es de cal, no de cemento, ya que el terreno, de marès, y que no presenta peligro sísmico, lo permitía. Oliver apunta que la cal es más ecológica porque se puede cocer con biomasa, a 900 ℃, mientras que el cemento necesita derivados del petróleo para ser procesado a 1.500 ℃.

Además, entendiendo que la mayoría de la electricidad consumida en las Pitiusas necesita importantes aportaciones de combustibles fósiles, el edificio está diseñado para no necesitar aire acondicionado ni calefacción. Sin embargo dispone de unos radiadores alimentados por una caldera de biomasa que no se han tenido que conectar durante el pasado invierno, cuando en el interior de las casas había una temperatura media de unos 21 grados.

En verano, eso sí, se necesita la participación activa de los inquilinos, que deben mantener las persianas cerradas y las vidrieras abiertas para asegurar una buena ventilación cruzada. Oliver admite que cuando no hay viento, los días más calurosos, hay que emplear maquinaria, en este caso un ventilador, que conviene activar con las persianas y vidrieras cerradas aprovechando el buen aislamiento. Con este sencillo método se consigue que la temperatura no suba más de los 27 grados durante los 10 días más calurosos del año.

El edificio ha sido diseñado como un prototipo, un modelo de referencia tanto para las promociones públicas como privadas. Sobre la resistencia del sector privado a recuperar los métodos de construcción tradicional, que a menudo aportan soluciones creativas y más limpias, Oliver señala que es paradójico que se viva de una forma más confortable en unas viviendas de protección pública que en una casa de lujo.

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