Camí de sa Pujada o como acceder a la Mola sin pisar el asfalto

Rutes | marzo 16, 2017

Las transparentes aguas que bañan es Caló de Sant Agustí y las singulares casetas varadero de su puerto serán el punto de partida de una ruta que nos ofrece buenas muestras del patrimonio pescador y del típico bosque mediterráneo, además de una de las mejores vistas panorámicas de Formentera.

Se trata de un recorrido de poco más de 2 kilómetros, poco exigente por la distancia pero en el que hay que ir bien calzado para salvar el desnivel de un accidentado camino empedrado. En cuanto a las dos ruedas, esta es una ruta apta sólo para los ciclistas expertos y habituados a ascensos técnicos. La caminata parte de es Caló, una población que debe su nombre al monasterio de monjes agustinos fundado en la Mola el siglo XIII y que en el pasado mantuvo un puerto que conectó esta parte de Formentera con Ibiza. En la parte de atrás del puerto, cerca del actual aparcamiento, aun se conserva la rueda de madera con la que se hacían subir las barcas hasta los varaderos. Especialmente en verano, a poniente de la cala es común ver, colgado de las parras, el pescado secándose al sol y al viento que después condimentará la ensalada payesa.

Dice una placa en la entrada del restaurante Can Rafalet que contemplando este panorama fue como Montserrat Roig se inspiró para escribir una de las obras capitales del feminismo en catalán, «L’hora violeta». Al final de la calle Sant Agustí se encuentra «s’Alambí», la casa en donde empezaron a destilar sus bebidas la familia Marí Mayans, de la conocida marca de licor de hierbas.

Dejando el pueblo atrás enfilaremos hacia el este siguiendo la costa rocosa y baja, apta para el baño pero protegiendo los pies con escarpines. A menos de 500 metros, encontraremos las casetas varadero del «pou des verro», ya desaparecido, pero que antiguamente había servido para abrevar el ganado de la Mola. En este punto buscaremos un camino de tierra que, perpendicular al mar, de aproximadamente 200 metros y nos deja al pie del camino de Sa Pujada, que está señalizado. Esta vía adoquinada, mal llamada camino romano, era la antigua conexión de los habitantes de la Mola con la parte baja de la isla y fue restaurado en el siglo XVIII por presos que hacían trabajos forzados, una mano de obra que también se llegó a emplear en la industria salinera. Durante el ascenso, en medio de sabinas, pinos, enebros, cepellón y romeros, encontraremos el mirador del «Racó de sa Pujada», con vistas al acantilado, el litoral de Formentera y las islas de Ibiza, Espalmador, Espardell y Espardelló. Antes de finalizar el camino, descubriremos la cueva de «sa mà peluda», un topónimo que nos remite a las leyendas locales, a los tiempos de las razzias norteafricanas y que proporciona una buena excusa para retomar la lectura de las recopilaciones de cuentos de Joan Castelló Guasch.

Texto: Josep Rubio

Fotografía: Próximo Ferry

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