LA MINA QUE EXPLOTÓ EN ES CARNATGE

Història | noviembre 8, 2018

La detonación, dice un cronista, se escuchó a 15 millas a la redonda y dejó atemorizados a los isleños.

El azar quiso que el pastor de 7 años que hizo el hallazgo salvara la piel en el último momento.

Texto: Josep Rubio | Fotografía: Próximo Ferry

Los vecinos de más edad de Formentera recuerdan con horror el suceso que tuvo lugar en una caleta de es Carnatge el 9 de octubre de 1941, en plena II Guerra Mundial, en una época en que como consecuencia de los combates en el Mediterráneo, llegaban a menudo a las playas los restos de barcos hundidos o dañados. Casi siempre estos restos eran un botín útil y provechoso para aquellos que «corrien la vora«, es decir, inspeccionaban la costa después de un temporal en busca de bienes como maderas, botellas o bidones de combustible, recursos que escaseaban en los pocos comercios de la isla. Pero aquel noveno día del décimo mes, lo que debía a ser un hallazgo que facilitara la existencia a una familia, terminó segando la vida de tres de sus componentes en un instante.

Joan Portas, de unos siete años, vigilaba un rebaño por esta zona próxima a es Caló y avistó un objeto metálico de grandes dimensiones que había quedado varado en la costa. Desde hacía un tiempo, servía de pastor para la familia de Can Pep Ferrer des Pou, una costumbre muy habitual en aquellos años de privaciones. El hijo de Joan, Jaume Portas, recuerda hoy que su padre era uno «de siete u ocho hermanos» y «el hecho de que pudiera ayudar en otra casa, donde comía y dormía, aliviaba la carga familiar de alimentar tantas bocas».

Jaume indica que de ese suceso «había hablado muchas veces» con el padre, quien le había descrito que el objeto «parecía un tanque de agua grande, como una boya grande con varios enganches al lado». Según el documentalista Lluis Mir, experto en la repercusión en Baleares de los conflictos bélicos de los años 30 y 40 del siglo pasado, la descripción encaja con las minas que los alemanes dispusieron en la costa africana para prevenir los ataques de los aliados. Mir también señala que es poco probable que se tratara de un resto de la Guerra Civil, en la que para prevenir los ataques por mar, más que minas, se utilizaron grandes redes metálicas submarinas.

Desconocedor del peligro inminente, el joven pastor habría ido a casa de Pep Ferrer des Pou, a pocos cientos de metros, a advertir a la familia a la que servía de que había hecho un importante hallazgo. Hacia la costa de es Carnatge fueron entonces el jefe de familia, Pep Castelló Torres, de 80 años y sus hijas solteras, Catalina y Francisca Castelló Ferrer, de 44 y 42 años.

Según las palabras del pastor que recuerda su hijo, el objeto era muy grande, porque siendo Pep «un hombre alto, tenía que trabajar de pie para intentar abrirlo con las piedras» que encontraba en las inmediaciones, convencido de que era «un bidón lleno de aceite o de algún tipo de combustible muy preciado». Cuando hubo desmontado «las primeras tapas» dice Jaume, «mandaron al padre a la casa» y sin saberlo, salvaron así la vida del pequeño pastor.

En Formentera ha corrido la voz de que los grandes enviaron a Joan a casa porque no esparciera por la isla la riqueza que habían encontrado los de Can Ferrer des Pou. En cambio, Pilar Castelló, nieta de Pep y sobrina de Catalina y Francisca, explica que en casa siempre le habían dicho que al pastor «la habían enviado a buscar un martillo para seguir desmontando el objeto». Sea por el motivo que sea, mientras el niño estaba en la casa, se escuchó una atronadora explosión que Francisco Masdeu describe en el libro ‘Rita la hija del Normando’: «El ‘missatge’ pavoroso, ruidoso, de la explosión del artefacto, llegó a todas las casas de la Mola y a todas partes, en un radio de más de quince millas» (…). «La tierra había temblado espantosamente y la gente, saliendo ansiosa de sus casas, se juntó y comenzó a preguntarse qué pudo haber sido aquello».

Según las actas de defunción del Registro Civil de Formentera el suceso tuvo lugar «Probablemente» a las 15.30 horas. Pilar Castelló recuerda que en casa se decía que «no se encontró ninguna víctima, sólo trozos irreconocibles de carne y ropa» y que gracias al testimonio del pequeño Joan, se pudieron identificar las tres personas que ese día, en un giro tan trágico como inesperado, encontraron la muerte que había llegado disfrazada de riqueza y arrastrada por las olas.

Para saber más:

-La conquesta catalana de 1235, Joan Marí Cardona

-Rita la hija del Normando, Francisco Masdeu

-Hemeroteca de Diario de Ibiza

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