EL FRUTO SABROSO DE FORMENTERA

Próximo Ferry | septiembre 28, 2017

La higuera «estalonada» es parte de la definición del paisaje formenterense.

La «xereca» se hace con brevas que aparecen en los alrededores de San Juan.

Texto: Josep Rubio | Fotografía: Próximo Ferry

A finales del verano uno de los productos más exquisitos de Formentera es el higo, el fruto del árbol icónico de la isla, un elemento imprescindible para definir su paisaje. El farmacéutico de Sant Ferran, Pep Mayans es un verdadero apasionado y estudia las 17 variedades de higuera que viven en Formentera. Varios tipos de Ficus carica que, a lo largo de generaciones, los formenterenses han seleccionado en función de su rendimiento y características.

Los pobladores han ideado un sistema para optimizar un árbol de secano que de por sí ya tenía las características idóneas para adaptarse a las condiciones de pluviometría de la isla más árida de Baleares. Así, los formenterenses han aprendido a dirigir el crecimiento de las ramas en horizontal, con la ayuda de «estalons» y perchas de madera de pino (o de sabina o acebuche), que funcionan como puntales y jácenas, donde se apoyan las ramas . Pepe explica que «estalonar» (sustentar) las higueras permite hacer el árbol más resistente al viento y evitar que la rama caiga a la altura donde podrían comerse los frutos las ovejas o cabras. Además, la gran extensión de las higueras «estalonadas» favorece a que el árbol capte el rocío y, durante los días de tormenta, el vapor de agua que se dispersa en el ambiente. Y como no, la higuera «estalonada» proporciona una sombra para disfrute de personas y animales. Una sombra que salvó la vida del poeta Rafael Alberti. El autor de «Marinero en Tierra» explicó que estaba en Ibiza el verano de 1936 (al principio de la Guerra Civil) y mientras descansaba bajo una higuera cercana a su residencia, observó oculto como la Guardia Civil acudía a la casa para detenerlo.

Pep asegura que, «como ocurre con los formenterenses que tienen suerte y cuidado, algunas higueras llegan a centenarias», como es el caso de «na Blanca de’n Mestre», un árbol datado del año 1910 y que ocupa una superficie por encima de los 350 m².

Hay que remarcar que el ejemplar es conocido por su nombre propio y se le llama con el artículo «na», que en catalán se emplea para las personas.

El trato reverencial que recibe la higuera en Formentera se explica cuando degustamos uno de sus frutos. Cuando es fresco, notamos la ternura de su carne y crujir de los «grinyolons» (las semillas de su interior) y en seco, podemos probar la excelencia de la «Xereca». Este producto se hace con brevas, los frutos que no nacen en agosto, sino de forma temprana, en las inmediaciones de San Juan, como ocurre con la variedad rojal, blanca poma o albocor. El higo destinado a hacer «xereques» se abre y se deposita en el secadero para que el sol la seque durante dos o tres días, teniendo cuidado de retirarla por la noche para que no absorba humedad. Una vez seca, se condimenta con plantas aromáticas como el anís o el tomillo, una planta con propiedades «desinfectantes, antisépticas y fungicidas», señala el farmacéutico. Después ya está lista para conservar en una caja de madera. Si cuando la comemos le ponemos en medio un par de almendras, y obtenemos lo que se llama un «torronet», o sea, el colmo de la delicia de los frutos de secano.

Para saber más:

Enciclopèdia d’Eivissa i Formentera (diversos autors)

Quaderns 252, Na Blanca d‘en Mestre (Marià Castelló, Victor Rahola, Stefano Cortellaro)

De Figues i Figueres (Felip Munar i Munar)