LOS ORÍGENES MILENARIOS DEL BALL PAGÈS

Próximo Ferry | mayo 31, 2018

La investigación ha llevado a los investigadores a estudiar danzas germánicas del año 1000

Los catalanes del siglo XIII trajeron a Formentera e Ibiza lo que hoy es el Ball Pagès.

Texto: Josep Rubio | Fotografía: Próximo Ferry

El experto en cultura y tradiciones pitiusas Toni Manonelles ha publicado junto con Miquel Mayordomo una obra que revela lo que hasta ahora nadie había sabido explicar, los orígenes de las danzas típicas de Formentera e Ibiza. El libro ‘Ball Pagès. Orígens’ desmonta la creencia de que esta danza provenía de la cultura fenicia, de un ritual lunar o que incluso, era única en el mundo.

Manonelles rememora la estupefacción que sintió cuando un día, por pura casualidad, mientras miraba la televisión, vio una grabación del año 1932 realizada en el santuario de Falgars (Pobla de Lillet, Bergadà) en la que unos bailadores catalanes realizaban una danza extremadamente similar en la pitiusa. Espoleado por este azaroso descubrimiento, inició una investigación que durante doce años le ha llevado a realizar un viaje de regresión que lo ha conducido hasta los palacios de la nobleza centroeuropea del siglo XI.

Así, a partir de las imágenes de 1932, Mayordomo y Manonelles han trazado una línea que relaciona nuestro «Ball Pagès» con los antiguos bailes del Prepirineo catalán, como el «Ball cerdà» y el «Ball Pla», estableciendo su llegada a las Pitiusas en el siglo XIII , con la conquista catalana. Incluso en la instrumentación de estos bailes, que era de copla, se puede vislumbrar un parentesco, pues cuando se tenía que reducir el número de instrumentistas a la mínima expresión, aquellas danzas catalanas necesitaban un músico que marcara el ritmo y la melodía al mismo tiempo, y lo hacían empleando a un intérprete de flauta y tambor, un elemento «extrapolable a nuestro sonador de flauta y tambor», señala Manonelles.

Los investigadores apuntan que estas danzas estarían conectadas con otras más antiguas, como la gallarda (una palabra que fonéticamente se parece a una de las variantes rítmicas del Ball Pagès, «la llarga») y ésta con el ‘saltarello’, que a su vez deriva de otros bailes originarios del corazón de Europa. En este punto, es primordial la relación que este reciente estudio establece con un romance germánico del año 1000, en el que el hombre y la mujer protagonistas llevaban a cabo un baile «muy parecido al nuestro», dice Manonelles, si bien el origen de esta danza, que en las Pitiusas paradójicamente fue adoptada por la gente del campo, debería fijarse en las casas nobles de la Edad Media.

Manonelles mantiene que el «Ball Pagès» es una evolución con pocos matices de aquellas danzas de hace mil años, si bien señala que algunas variaciones sí ha experimentado: «Por lo que conocemos de las descripciones del siglo XVIII del Ball Pagès, se han registrado algunos cambios, como la posición de manos y brazos de las mujeres o el hecho de que ya no dan vueltas sobre sí mismas». ¿Por qué estas danzas no han sobrevivido en otros lugares? Manonelles indica que la irrupción de la jota, a principios del XIX, arrasó con los antiguos modos de bailar, una tendencia que por el aislamiento secular de las islas no prendió en Formentera e Ibiza.

Sobre el significado del Ball Pagès, los estudiosos apuntan a la representación del cortejo, interpretado en este caso con movimiento, melodía y ritmo. La escenificación «del hombre que exhibe sus encantos» ante una mujer que casi lo ignora. «Ella no lo mira en ningún momento», dice Manonelles, sólo «sigue su recorrido imperturbable, mientras el hombre intenta mantenerse de cara a la mujer para llamar su atención pero sin entorpecer el paso».

Respecto al nombre que recibe hoy en día la danza pitiusa, el «ball pagès», Manonelles explica que «antes simplemente se llamaba «Ball» y cuando entraron otros tipos de danza, fueron denominadas con un adjetivo como «baile marinero, baile de villa o baile agarrado «, hasta que» fue nuestro baile el que quedó minorizado y recibió un nombre para diferenciarlo de los demás». Quién lo bautizó así? Apunta el investigador que fue «la gente de la ciudad, para indicar que era un baile de fuera de su mundo, de payeses», hasta que llegó el momento en el que los mismos payeses adoptaron esta denominación, lo que representa una «verificación lingüística de un hecho social, los agricultores habían quedado en minoría».

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