EL MITO DEL ANARQUISTA PEP ANDREUET (PARTE II)

Història | agosto 23, 2018

Fue decisivo para evitar el fusilamiento de decenas de simpatizantes del golpe de estado.

Al final de su vida lo venían a ver personas de todo tipo para pedirle consejo.

Texto: Josep Rubio | Fotografía: Archivo familiar Pep Andreuet

Cuando estalló la Guerra Civil, Josep Ferrer Tur, Pep Andreuet (Formentera, 1890-1970) era el máximo dirigente de la CNT en Formentera. Al menos desde 1928, había liderado las reivindicaciones de los trabajadores de las salinas, donde este sindicato anarcosindicalista era mayoritario. En representación de los 450 afiliados formenterenses de la organización, Andreuet se encontraba en Palma, donde estaba a punto de empezar un Congreso Regional Balear de la CNT, por lo que al producirse el golpe de estado, regresó a Formentera y durante el breve periodo republicano de la isla, en el verano de 1936, fue secretario general del Comité Antifascista. Como era uno de los más importantes representantes de las fuerzas leales a la República en Formentera, Andreuet participó en una tensa reunión a puerta cerrada con el capitán Alberto Bayo, que comandaba el contingente republicano llegado desde la Península, y que estaba decidido a fusilar a decenas de falangistas y simpatizantes locales de la insurrección militar. Los testigos rememoran los gritos que se oían desde fuera de la estancia y tras los cuales, parece que junto con el alcalde, Joan Riera Yern (Joan Sastre) y el teniente de alcalde, Mariano Castelló (Mariano de’n Pep Ferrer), Andreuet consiguió convencer al militar que ellos se encargarían de controlar a los detenidos formenterenses, que finalmente fueron enviados a casa.

Años más tarde, durante el juicio franquista, su sobrino, Antoni Tur Ferrer, Toni Xica, recuerda que intervino para que los afines a la derecha a quien había salvado, entre ellos, el alcalde durante la dictadura, el delegado sindical o autoridades eclesiásticas, declararan a favor de Andreuet.

Parece que el anticlericalismo que tradicionalmente se ha atribuido a los anarquistas no era compartido por Pep Andreuet. La hija de Toni Xica, Antònia Ferrer, evoca que Andreuet «nunca había tenido una discusión con su hermana, profundamente religiosa», y que solía rechazar la destrucción de imágenes y otros elementos religiosos ocurridos en los años 30: «Él llamaba perros rabiosos a quienes lo hicieron». Pese a no ser creyente, cuando su hermana murió, recuerdan en can Xica, «él asistió a todas las misas diarias que se hicieron en su recuerdo».

Andreuet abandonó Formentera antes de que fuera ocupada de nuevo por las fuerzas fascistas. Se refugió en Barcelona, donde tenía otra hermana. Los testimonios recogidos en can Xica indican que podría haberse alojado en su casa o al menos habría mantenido el contacto con ella durante su estancia en tierras catalanas.

Pasó a Francia en enero de 1939, antes de la desbandada republicana, un hecho que le permitió evitar el campo de concentración de Argelès, según recuerdan sus descendientes y también Toni Xica. Este añade que encontró trabajo en Córcega, podando y cuidándose de un bosque «por lo que se mantuvo aislado, prácticamente solo y lejos de las ciudades y de los lugares donde podría ser detectado por los alemanes» durante la ocupación nazi de Francia . Una declaración que coincide con el documento de alta en la Seguridad Social del sector agrícola en la isla francesa, datado de 1941. Desde el exilio, Andreuet mandó a su familia que quemara toda la documentación relacionada con el sindicato y también una extensa biblioteca rica en materias (astronomía, fisiología, vegeterianismo y filosofía) y en la que destacaban los escritores y pensadores relacionados con el anarquismo como Bakunin, Kropotkin, Malatesta, Proudhon o Tolstoi.

Parece que después de la Segunda Guerra Mundial, Andreuet ejerció varios oficios, entre ellos el de albañil, en Le Havre, París y Marsella, donde a partir de 1952 se dirige abundante documentación del formenterense.

En lo que algunos autores han calificado de trampa, la Dirección General de Seguridad autorizó su regreso a España en 1956. El 9 de agosto del mismo año volvió a pisar su isla natal, habiendo pasado 20 años en el exilio y, sólo un mes y medio después, fue interrogado por el juez de instrucción de Ibiza. Ante el magistrado reconoció haber pertenecido a la masonería, pero alegó que ingresó con el propósito de que este colectivo no arraigara en Formentera. También negó haber sido comunista y afirmó que era católico practicante. Sus descendientes señalan estas declaraciones en el contexto de la estrategia de defensa y para no autoinculparse ante un tribunal franquista que no ofrecía unas mínimas garantías. En realidad, Andreuet había sido masón de la logia Sol Naciente de Ibiza con el grado tercero y cuando en 1933 se constituyó el triángulo de Orto de Formentera, fue elegido venerable maestro. El historiador Santiago Colomar subraya la vinculación de Andreuet con la masonería, un colectivo donde el formenterense habría podido profundizar en los ideales de «fraternidad, humanismo, tolerancia y de lucha contra la opresión». Respecto a la religión católica, sus familiares señalan que era muy respetuoso con las creencias ajenas pero en ningún caso creyente y menos aún practicante.

Finalmente Andreuet argumentó que durante la ocupación de Formentera por el ejército republicano intervino a favor de todos los detenidos, un hecho confirmado por testigos afines al régimen franquista y que fue decisivo para atenuar su pena. Así, la condena impuesta de 12 años le fue rebajada a tres años, que cumplió en su casa y presentándose periódicamente al Cuartel de la Guardia Civil hasta 1960. Vivió sus últimos años haciendo de campesino en su casa de ses Roques y como recuerda Toni Xica, a menudo era visitado por todo tipo de personas, conscientes de que era «un hombre de mundo y leído» por lo que le pedían consejos, unas peticiones a las que Andreuet «siempre respondía con atención sincera y palabras razonadas».

Para saber más:

Formentera a l’època contemporània (1782-2007), Santiago Colomar

La Guerra Civil a Eivissa i Formentera (1936-1939), Artur Parrón

La Segona República a Formentera 1931-1936, Martí Serra Riera

Història i Antropologia a la memòria d’Àngel Palerm, Neus Escandell i Ignasi Terrades

437/37 La Causa General a les Pitiüses, María José Vidal Torres

Les lògies pitiüses davant el tribunal especial per a la repressió de la maçoneria i del comunisme, María José Cardona i José Miguel Romero

Cartes a Lerroux: La II República a les Pitiüses, María José Cardona i José Miguel Romero

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